“El día que yo decida irme se los voy a transmitir a todos”, aseguró.

Conviven el ángel y el demonio en Teófilo Gutiérrez. Aquel que despliega sus alas para volar sobre el verde césped, el que tiene su aureola goleadora. El mismo que, en el momento menos pensado, puede disparar una polémica expulsión o alguna palabra fuera de lugar ante la prensa. Ayer, dentro de la cancha fue decisivo por ese grito que le permitió abrir el camino del éxito a River. Fuera de ella, en el anillo interno del Monumental, fue contundente cuando le preguntaron por su futuro. Y volvió a sembrar la incertidumbre.