Mauricio Macri dijo que es “un gran acuerdo para los argentinos porque ayuda a fortalecer el desarrollo, el crecimiento y la generación de empleo”. Marcos Peña que “el acuerdo no va a afectar nuestra capacidad para ganar las elecciones de 2019”. Y Nicolás Dujovne manifestó estar “muy, muy contento con el acuerdo con el Fondo”.

Es comprensible que los gobiernos trasmitan optimismo. Pero el abuso y la exageración pueden resultar contraproducentes, más aún cuando se trata de una gestión que acumula muchos pronósticos optimistas que fallaron. La lluvia de inversiones. La devaluación a la salida del cepo que no se iba a trasladar a precios. Que a la inflación se la derrotaba fácilmente. La reactivación del segundo semestre. Lo peor ya pasó, afirmaron varias veces.

 

Al gobierno le cabe como anillo al dedo el siguiente análisis: “La evidencia indica que en los países en los que las expectativas de crecimiento son exageradamente optimistas es más probable que aparezcan las recesiones, los problemas fiscales, y los desequilibrios de la Balanza de Pagos”. Lo curioso es que esa conclusión figura en un artículo que el Fondo Monetario Internacional publicó hace una semana, titulado “Las Consecuencias Macroeconómicas del Sobre-Optimismo” y escrito por Paul Beaudry y Tim Willems. Se trata de una autocrítica a los pronósticos que realiza ese organismo.

 

“ El abuso y la exageración pueden resultar contraproducentes, más aún cuando se trata de una gestión que acumula muchos pronósticos optimistas que fallaron”

 

Según ese artículo, los pronósticos de crecimiento que realiza el FMI han sido en promedio “demasiado optimistas”. Los autores revisaron miles de proyecciones realizadas por la institución durante muchos años y encontraron que de las 1094 recesiones que hubo en el mundo en el período analizado el Fondo previó sólo 258.

 

Por lo tanto, y lo primero para señalar de la noticia de hoy es que el optimismo del gobierno y lo que manifestó el Fondo en el comunicado hay que tomarlo como de quien viene.

 

Por el contrario, hay suficientes razones como para esperar un futuro inmediato complicado en materia de actividad económica y bienestar social, aunque es bastante probable que el préstamo stand by ayude a terminar de calmar la tormenta cambiaria.

 

Aunque todavía no se conocen los detalles que figuran en la Carta de Intención que en los próximos días aprobará el Directorio del Fondo, los pocos datos proporcionados confirman que la economía va a estar sometida a un fuerte ajuste fiscal. Según las nuevas metas macroeconómicas informadas ayer, el déficit fiscal bajará del equivalente a 2,7 por ciento del Producto Bruto Interno este año a 1,3 por ciento el año próximo. Eso representa un ajuste fiscal de 8.700 millones de dólares, tal como se desprende de los números que dio ayer el ministro de Hacienda.

 

La manera de intentar lograr ese “ahorro” va a estar plasmada en el proyecto de Presupuesto 2019, pero ya se sabe que los ejes van a pasar por el recorte de subsidios (Dujovne confirmó que se mantiene el esquema previsto), de obra pública y de transferencia a las provincias.

 

Ese duro ajuste fiscal se monta sobre una demanda de consumo en retroceso como consecuencia de la caída de salario real y del estancamiento en la creación de empleo que se registra.

 

Sin la tracción del consumo y con la retracción fiscal confirmada ayer, a la economía le quedan el empuje que le puede dar la inversión y las exportaciones. Sobre lo primero vale lo que ayer dijo el reaparecido ex ministro Roberto Lavagna: “No hay forma de arrancar sólo con inversiones porque las inversiones vienen donde hay consumo o donde se puede generar rentabilidad”. Y agregó: “Cuando uno baja el salario y el tipo de cambio, la economía no puede crecer”.

 

En cuanto a las exportaciones, no hay duda de que la devaluación de los últimos dos meses es un punto a favor, aunque habrá que ver qué pasa de ahora en adelante con la relación entre dólar y precios, y no perder de vista que Brasil no arranca y encima devalúa.

 

Un primer indicio de lo que pasará con el dólar acá se tendrá mañana cuando después de varias jornadas el mercado de cambios opere sin la oferta permanente de 5.000 millones de dólares por parte del Banco Central. Ese será el primer test sobre las consecuencias de un acuerdo del que todavía se desconocen detalles. Si el gobierno lo aprueba podrá decir que la crisis cambiaria quedó superada.

 

En tal caso, lo que hay por delante es una coyuntura de estanflación y una economía con los mismos desequilibrios estructurales que la llevaron a esa crisis.