Sergio Massa prepara un cónclave de sus dirigentes en Córdoba para escribir un programa de propuestas. Dialogará con quien acepte sus propuestas. Macri ya tuvo un primer contacto telefónico con De la Sota.

Tras haber admitido el tercer puesto en su discurso, Sergio Massa se quedó en el VIP del búnker del complejo PIPA Tigre a esperar los primeros resultados oficiales. Cuando las pantallas revelaron que Mauricio Macri superaba a Daniel Scioli, el líder de Unidos por Una Nueva Alternativa (UNA) festejó. “Esto es para todos los supuestos expertos que dicen saber de política. Sólo se explica porque yo me quedé con una parte del voto peronista”, dijo a quienes tenía cerca.

 

Aunque quedó fuera del ballotage, el hombre de Tigre tendrá un rol clave durante el próximo mes: sus cinco millones de votos pueden inclinar la balanza hacia cualquiera de los dos lados. Pero Massa sabe que las preferencias tanto de sus votantes como de su partido están divididas. Mientras a algunos les tira más el peronismo clásico, a otros les gana su aversión al kirchnerismo.

 

Esta semana, el todavía diputado nacional se reunirá con sus principales dirigentes para empezar a trazar una estrategia y preparar un documento de propuestas. Su idea es sólo aceptar conversaciones en base a ese texto, que entre sus puntos incluirá un compromiso para investigar la corrupción, además de propuestas sobre planes sociales, narcotráfico e inseguridad, según adelantaron dirigentes con acceso a la conversación.

 
Antes de dejar su búnker, Massa convocó para este lunes a la mañana a su mesa chica de decisiones. En ese primer encuentro, que se realizará en las oficinas que su partido tiene en la Torre de las Naciones, empezarán a discutir los ejes que llevarán al cónclave que ya organizan para este martes y miércoles.

 

En principio, la idea es que dirigentes massistas de todo el país se reúnan durante dos días en La Falda, Córdoba, para discutir el documento y definir una postura en común de cara al ballotage. Anoche ya habían confirmado su presencia el saliente gobernador de la provincia, José Manuel de la Sota, y su sucesor Juan Schiaretti, además de Roberto Lavagna, Felipe Solá y el salteño Gustavo Sáenz.

 

Pasadas las 23:30, De la Sota llegó al búnker massista. En principio, sus voceros habían asegurado que seguiría los resultados desde Córdoba. Pero algo o alguien logró hacerlo cambiar de opinión a último momento y viajó a Buenos Aires.

 

Al llegar, el gobernador cordobés se sentó junto a Massa en los sillones blancos del VIP. Dirigentes, familiares, amigos y curiosos se acercaron a preguntarles si estarían dispuestos a ocupar un cargo en un gobierno de Macri o Scioli. Ambos lo negaron. “No tengo espíritu de empleado”, completó Massa.

Luego, en diálogo con Infobae, De la Sota confirmó que tienen intención de conversar con los candidatos. “Pero sólo en base a los puntos de coincidencia con nuestro programa y preservando la identidad de UNA”, aclaró.

 

La idea es todavía nebulosa, aunque el gobernador mencionó a este medio la convergencia chilena como un ejemplo del tipo de conversación que estaría dispuesto a tener. Es decir, una suerte de gobierno de coalición en la que el frente UNA tenga un rol de peso en la gestión.

 

En el massismo nadie imagina que el Frente para la Victoria esté dispuesto a firmar un compromiso para investigar la corrupción, un punto que su líder considera innegociable. Esa decisión sólo deja abierta la puerta para que haya conversaciones con el PRO.

 

Un primer contacto ya se produjo este domingo entre Macri y De la Sota. El jefe de Gobierno porteño se comunicó a media tarde con el gobernador de Córdoba para saber cómo se desarrollaban las elecciones en su provincia. Fue apenas un llamado. Pero todos los gestos cuentan de cara al primer ballotage presidencial de la historia argentina.