Desde el medio nacional Infobae dicen que la madre de la víctima está convencida de que fue un asesinato por encargo, bajo el título: “Denunció a un narco vinculado a un funcionario y mataron a su hijo”.

Aunque tiene todos los condimentos para convertirse en un crimen de esos que acaparan las tardes de los canales de noticias, el asesinato de Mario Taboada prácticamente no tuvo repercusiones más allá de las fronteras de La Rioja. Su madre, Mirta Collante, encabeza una inquebrantable lucha contra la impunidad. Pero se cansó de esperar y le contó al medio nacional Infobae algo que hasta ahora sólo le había dicho al juez: que piensa que a su hijo lo mató un narco vinculado a un alto funcionario provincial al que denunció. “Me pegaron donde más me duele”, confesó la madre de Mario Taboada al medio nacional.

 

A Mario Taboada lo mataron en la noche del 23 al 24 de mayo del año pasado. Su cuerpo fue hallado con los primeros rayos del sol en el camino al boliche El Pinar, una conocida discoteca de la capital provincial. Tenía rastros de sangre en la nariz y tres pinchazos, por lo que la conclusión de la Policía fue rápida y de manual: murió de sobredosis. Sin embargo, la autopsia arrojó que la lesión en la nariz se la produjo un antestesiante (cloroformo) y las inyecciones que recibió tenían una mezcla de ketamina y potasio, dos sustancias cuya combinación es letal. La investigación no tardó en dirigirse contra Matías Sebastián Oliva, un amigo de la infancia de Taboada que hoy sigue siendo el único detenido por el caso.

 

Esa noche Taboada partió alrededor de las 21 a encontrarse con Oliva. Iba a ser una reunión corta, ya que entre ambos casi no había relación y la víctima había pactado para las 23 una cita con su novia. Por eso, una vez hallado el cadáver, las miradas apuntaron hacia Oliva, que fue la última persona en verlo y la primera en verlo muerto. En el medio, el acusado cometió muchas torpezas. No sólo dejó que alrededor de las 21:30 al menos seis testigos vieran el cuerpo tendido de Taboada en el asiento del acompañante del auto en el que se movió esa noche, sino que amenazó a una mujer que lo vio arrojando unas gasas ensangrentadas en un terreno baldío. Actuó como un verdadero amateur.

 

A las pocas horas del crimen, la Policía allanó la casa de la novia de Oliva, Yanina Moreno, una instrumentadora quirúrgica que no está imputada en la causa pese a haber incurrido en contradicciones durante sus declaraciones. En la vivienda no sólo estaba el celular de la víctima, sino que había ampollas inyectables, agujas y jeringas descartables, un par de zapatillas cuyas huellas coincidían con las que había alrededor del cuerpo de Taboada y un calzado con manchas de sangre. En ese acto Oliva fue detenido.
Sin embargo, Oliva se había ido un mes antes de ese domicilio. “Se había mudado cerca de mi casa para planificar el asesinato de mi hijo”, le dijo a Infobae la madre de Taboada, Mirta Collante. “En los mensajes de Facebook de Yanina Moreno ella le reclama que se había ido del hogar, y él le dice que tenía que hacer un trabajito, que con el dinero que le iban a dar iban a pagar sus deudas y que después iba a volver. También hay mensajes en los que él le pregunta por las sustancias que le inyectaron a Marito”, agregó.

 

Collante está convencida de que fue “un crimen por encargo”. Nunca dijo en público quién cree que es el autor intelectual del asesinato, aunque le dio el nombre y el apellido al juez Daniel Barría. Pero ante la falta de avances en la causa, decidió hacer pública parte de la historia.

 

“Mi sospecha es que fue un crimen que viene de la droga porque yo denuncié a un traficante que vivía en mi barrio. Lamentablemente el juez federal (Daniel Herrera) Piedrabuena no investigó y cerró la causa por inexistencia de hecho. No sólo no me puso custodia, sino que le hizo saber al narco que lo había denunciado. Entonces esta persona me pegó donde más me duele y mató a mi hijo. Yo sospecho que además hay gente poderosa metida acá y por eso no quieren ir más allá”, reveló.

 

La mujer pidió a Infobae reservar los nombres de los involucrados para no entorpecer la investigación. No obstante, es vox populi en el barrio donde Taboada y Oliva eran vecinos, los nombres de los denunciados, al punto que el supuesto autor intelectual se mudó en julio, cansado de las miradas inquisidoras que recibía día a día. Pero hay un aditivo más: una de las personas acusadas es pariente político de uno de los funcionarios más importantes del gobierno de Luis Beder Herrera. “Si la causa no avanza, haremos públicas las identidades de estas personas”, amenazó Collante.

 

En la querella creen que a Taboada lo durmieron con cloroformo poco después de encontrarse con Oliva, quien usó el auto de la víctima para trasladarlo a algún lugar donde otra persona le inyectó las sustancias letales. La autopsia determinó que fueron tres pinchazos precisos, hechos por un profesional, por lo que descartan que no haya habido al menos un cómplice. Luego, el acusado dio vueltas por la ciudad buscando algún lugar, hasta que se decidió por el camino a El Pinar.

 

“La complejidad en cuanto a los elementos usados contrasta con las pistas que dejó Oliva, la cantidad de testigos que lo ven, las huellas que dejó en el lugar en el que arrojó el cuerpo, que encima lo dejó cerca de un boliche muy conocido. En La Rioja se mata de otra manera, con medios físicos, no químicos. Por eso desconfiamos de que todo haya sido ideado por Oliva”, explicó a Infobae el abogado Luis Carreño, uno de los tres letrado que patrocina a Collante y a su esposo, Mario Taboada.

 

Pero hay un elemento más de sospecha: “La persona que creemos que fue el autor intelectual nos vino a dar el pésame la semana que murió mi hijo y nos dio indicios de quiénes podrían haberlo asesinado. Hay una rara coincidencia porque Oliva declaró exactamente lo mismo en la causa, como si se hubieran puesto de acuerdo”, subrayó Collante.
En la querella buscan avanzar contra la novia -Yanina Moreno- y el padrastro de Oliva. “Oliva y Moreno estaban muy endeudados y después del asesinato de ‘Marito’ cancelaron todas las deudas. Y los pinchazos se los dio un profesional, como ella, que es instrumentadora quirúrgica”, advirtió Collante. “Además, están las contradicciones en las declaraciones de Yanina Moreno. Por ejemplo, primero dijo que no conocía a mi hijo y después que sí. También dijo que en el Incoor (Instituto del Corazón, donde trabaja), no tenía acceso a la ketamina, que no se usaba ahí, y en la tercera declaración dijo que sí. Hubo más contradicciones”, agregó.

 

En las próximas semanas habrá un pedido formal de la querella para que sea imputada como partícipe o encubridora, y eventualmente por falso testimonio. Creen que además de las contradicciones, sabía de dónde provenía el dinero con el que pagó las deudas, que estaban a su nombre porque ella era la única que trabajaba. A Oliva sus vecinos lo definen como “un vago con mala junta”.

 

El padrastro de Oliva podría ser, para la querella, la otra persona que aportó los químicos que mataron a Taboada, ya que trabaja en el Hospital General de La Rioja, en la parte de farmacia. Aunque es un empleado administrativo, varios testigos reconocieron que tienen acceso a los medicamentos.

 

“No queremos dar ningún paso en falso, porque todo es difícil de probar. Una vez que confirmemos o descartemos esas y otras responsabilidades, avanzaremos sobre el autor intelectual”, adelantó el abogado Carreño.

 

La batalla contra la impunidad de Collante y su marido incluye también una pelea contra la precariedad investigativa en la provincia. “Acá en La Rioja no invierten en recursos. No pueden hacer cosas tan básicas como cruzar llamadas, bajar la información de un celular o hacer exámenes toxicológicos. Las cámaras de seguridad no graban ni tienen los pixeles suficientes para ver las patentes. Ni siquiera tenemos los resultados de las pericias del auto, porque no tienen cómo hacer el ADN”, lamentó Collante.

 

La causa ya tuvo tres fiscales. La primera fue María Cristina del Moral de Santander. La investigación prácticamente no se movió y hubo una masiva marcha de vecinos reclamando su salida. En su lugar pusieron a Julián de la Colina y José Emilio Canavesio. El primero de ellos fue quien más avanzó, pero hoy casi no tiene participación en el expediente, porque volvió a trabajar en la cercana y pequeña localidad de Chepes. El expediente tiene 1.300 fojas y la querella logró el cambio de carátula de homicidio simple a calificado, pero todavía hay lagunas en los hechos que con un solo imputado no se pueden llenar.