El príncipe heredero Mohammed Bin Salman quiere encontrarse cara a cara con Recep Tayyip Erdogan, quien quedó en contestar en las próximas horas. El papel de Estados Unidos en la cita.

Riad hizo el pedido formal y ahora Ankara deberá confirmar si acepta la reunión. “Es una decisión que tomará nuestro presidente”, dijo el canciller turco Mevlut Cavusoglu cuando fue consultado acerca de si se concretará o no la cita, una de las más esperadas del G20.

 

Es que la Cumbre de Buenos Aires se ha transformado en el escenario para reuniones clave entre los mandatarios más importantes del mundo. El norteamericano Donald Trump se verá cara a cara con el chino Xi Jinping y el ruso Vladimir Putin, por ejemplo.

 

De concretarse, el cruce entre el príncipe heredero saudita y el turco Recep Tayyip Erdogan promete ser uno de los más tensos del evento por una poderosa razón: el periodista opositor Jamal Khashoggi. Su desaparición primero, y luego la confirmación de su salvaje asesinato –descuartizado– se transformó en el mayor escándalo internacional del año.

 

Khashoggi asistió al ex jefe de inteligencia saudita, entrevistó a Osama Bin Laden y trabajó en distintos medios antes de romper con la monarquía, durante la Primavera Árabe. Exiliado en EEUU, solía escribir para el Washington Post. El 2 de octubre a las 13:30 ingresó en el consulado saudita en Estambul. Necesitaba tramitar una documentación para poder casarse con su novia tuca. Ella lo esperó durante horas en la puerta del edificio pero Khashoggi nunca salió. Lo que vino después se transformó en un tsunami para Riad.

 

Turquía, rápida de reflejos, mediatizó el asesinato a nivel internacional. Según sus investigaciones, el periodista fue abordado por unos 15 agentes de inteligencia sauditas que lo asesinaron y descuartizaron pocos minutos después de que ingresara a la delegación diplomática. La magnitud del homicidio puso en una incómoda situación a la monarquía que, después de negar durante días que Khashoggi hubiera sido asesinado, debió admitir que “algo” había ocurrido en ese consulado. En el medio, el 12 de octubre, Turquía liberó al pastor estadounidense Andrew Brunsony descomprimió su relación con Washington.

 

El gobierno de Donald Trump calificó el asesinato como horroroso pero aún así está decidido a mantener a Riad como uno de sus aliados más importantes. Esta determinación llevó al republicano a respaldar públicamente a los sauditas, emitió una declaración en la que, incluso, se desliza la posibilidad de que el reportero del Whashington Post tuviera relaciones “non sanctas” con el terrorismo.

 

En esta cruzada por apoyar a Arabia Saudita, EEUU también presiona para que Ankara acepte al bilateral. El objetivo es que en la Cumbre del G20 se limpie la imagen de Riad, una tarea muy dificil si se tiene en cuenta la magnitud y brutalidad del asesinato.

 

La cita, de confirmarse, se realizaría el 30 de noviembre, durante la primera jornada del foro, que se desarrollará hasta el 1 de diciembre en Costa Salguero. Podría ser dentro del mismo predio del evento o un escenario más neutral… Por qué no en Puerto Madero, donde ambas comitivas tendrán su base de operaciones.

 

En el medio, la delegación tuca también deberá lidiar con protestas en su contra. Para este lunes 26 ya está confirmada una manifestación de la comunidad armenia en repudio a la visita de Erdogan.

 

Como todas las cumbres del G20, se esperan manifestaciones en varios puntos de la capital, pero esta vez gran parte de la tensión la aporta la áspera agenda de bilaterales.