La senadora no descarta organizar un encuentro con el ex Presidente, según informaron sus estrategas de campaña. Ambos recompusieron la relación personal después de casi 14 años de distanciamiento.

Cristina Kirchner comenzó un juego de seducción para lograr que Eduardo Duhalde colabore en el armado de una lista de unidad en el peronismo bonaerense. La intención de la ex mandataria es destronar a María Eugenia Vidal, la política con mayor imagen positiva que ansía revalidar su título de gobernadora.

 

La provincia de Buenos Aires es un distrito clave para la elección presidencial, ya que reúne a casi el 40% del padrón nacional. No por nada se ganó el mote de “la madre de todas las batallas”.

 

El peso de Duhalde es hoy más simbólico que real, ya que no tiene ascendencia sobre los intendentes y, en consecuencia, carece de despliegue territorial. Sin embargo, por representar a aquel peronismo clásico del que Cristina supo renegar, lo ven como la persona indicada para articular con todas las corrientes del partido.

 

En el Instituto Patria aseguran que todavía no hay fecha ni lugar para celebrar el encuentro entre su jefa y aquel hombre que, para denostarlo, asociaban antes con la “vieja política” y hoy lo reconvierten en sinónimo de “desarrollo y productividad”. Pero no descartan que la cumbre ocurra más temprano que tarde.

 

“Está todo más que bien con Duhalde y sabemos que él también quiere ver a Cristina. Y eso es bueno, porque nos puede dar un cierre con Alternativa Federal en la provincia para que no nos pase lo del 2017 “, señaló a Infobae un estratega kirchnerista. Se refería a las legislativas de ese año, en las que Unidad Ciudadana sucumbió ante Cambiemos. En dicha elección, el 54% de los votos se repartió entre Cristina Kirchner, Sergio Massa y Florencio Randazzo. Pero como cada uno fue con su sello, al oficialista Esteban Bullrich le alcanzó el 41% de los sufragios para consagrarse ganador.

 

Ahora, el kirchnerismo dice haber aprendido la lección. Y busca lo que antes negaba: el acercamiento con sus enemigos internos, algo que ya comenzó a vislumbrarse con el armado de listas de unidad en distintas provincias.

 

A su vez, muchos de los que se habían distanciado del universo K comenzaron a orbitar en derredor de Cristina, atraídos por el calor de los potenciales votos. La acumulación de causas judiciales de la ex Presidente no modificó la curva ascendente de adhesiones. Ejemplos en ese sentido sobran. Acaso el de Hugo Moyano sea el más paradigmático, dado que, luego de hacerle guiños a Mauricio Macri en la presidencial del 2015, regresó al redil kirchnerista con la furia de los conversos.

 

El camionero ahora está abocado a lograr que todo el arco sindical trabaje por la unidad del peronismo. Duhalde también podría estar encomendado a ser un facilitador, un papel que cierra con su propósito de estar al margen de las pujas intestinas. Habrá que ver qué cede Cristina en pos de ese objetivo de amalgamar a todo el PJ. Su candidatura seguramente no.

 

Ambos ex mandatarios habían ingresado en el terreno del odio personal producto de las desavenencias políticas. La ruptura se formalizó en 2005, durante un acto de campaña en el Teatro Argentino de La Plata, cuando Cristina asoció a Duhalde con la mafia. Lo hizo evocando la película El Padrino, de Francis Ford Coppola.

 

Desde entonces, Duhalde dejó en claro en varias oportunidades que la inquina se mantenía vigente. “Ella descree de Perón”, tiró en el 2011. “Es un chiste. No puede ser candidata. Cristina es el pasado”, consideró en 2016. “Cristina ya fue, es el ocaso”, le bajó el copete en 2017.

 

El deshielo comenzó en noviembre pasado, cuando la senadora se enteró que al lomense lo iban a operar de la columna. Duhalde estaba muy dolorido y se movía en silla de ruedas. A una charla telefónica centrada en la salud y los nietos le siguieron otras donde se adentraron en temas políticos.

 

De pronto, el milagro. “Si tuve problemas con Cristina, ya me olvidé”, dijo Duhalde hace 15 días. Su mujer, Chiche, se prendió al borrón y cuenta nueva, y alentó públicamente un encuentro entre su marido y la líder de Unidad Ciudadana, a quien tiempo atrás había descrito como “mala gente” y “la peor presidente de la democracia”.

 

Chiche fue más allá en su giro y palmeó a Axel Kicillof, precisamente el preferido de Cristina para suceder a Vidal. “Kicillof es de los pocos candidatos que no está manchado por la corrupción y me parece muy bien que recorra la provincia”, dijo en FM La Patriada.

 

La bendición ocurrió después de que Miguel Ángel Pichetto, uno de los referentes de Alternativa Federal, considerara que el joven aspirante tiene una visión “prosoviética” de la economía. Para los armadores de Cristina, las expresiones del senador no son representativas del espacio que también integra Massa, con quien el kirchnerismo ya selló un pacto de no agresión.

 

Pichetto prefiere elogiar a Roberto Lavagna, como también lo viene haciendo desde hace tiempo el matrimonio Duhalde. La diferencia es que el legislador mantiene su cerrazón respecto a Cristina, mientras que Eduardo e Hilda ahora la consideran imprescindible para la construcción de una alternativa a Macri. ¿Imprescindible significa que la bancarían como candidata? Eso aún es un misterio que se dilucidará con el tiempo. Hoy por hoy consideran al ex ministro como la mejor carta para romper con la grieta. Pero si no llegara a medir, el escenario podría cambiar radicalmente. Ya se sabe, la necesidad tiene cara de hereje.